lunes, 28 de diciembre de 2009

¿Menos ciencias y mucha matemática? Será un gran error

EN DEBATE | Clarín, 27-Dic-2009 - Por: Pascal Picq, PALEONTOLOGO, MAGISTER EN EL COLLEGE DE FRANCE

Qué materias deben estudiar los adolescentes. La secundaria está en crisis en casi todos los países.

El proyecto que se está esbozando en Francia para la enseñanza de las ciencias en el ciclo superior del secundario genera gran preocupación puesto que implica reducirsignificativamente las ciencias, y sobre todo las ciencias de la vida y la Tierra.
Desde un punto de vista educativo, pedagógico y cognitivo, es bien sabido hasta qué punto las ciencias que apelan a la observación y la experimentación participan en el desarrollo de la autonomía intelectual de los alumnos, a la que se suma el placer del descubrimiento y la comprensión, bases esenciales de la pedagogía. Contrariamente a "una domesticación de la razón", las ciencias experimentales participan en la edificación de la razón confrontada a una actitud objetivista y argumentativa.
Si los que desprecian esos estudios tuvieran un mínimo de cultura científica, comprenderían que tenemos un verdadero problema, y que no vamos a resolverlo concentrándonos en las "enseñanzas fundamentales". No es borrando las enseñanzas científicas como aumentará el nivel en lengua y matemática: ¡como si reducir la educación física favoreciera la formación en filosofía!
¿Hace falta recordar que las ciencias físicas se inscriben en los fundamentos de la modernidad en Occidente desde el fin del Renacimiento? ¿Que las ciencias de la vida y la Tierra se afirmaron en el siglo de las Luces y en el siglo siguiente, indisociables de los avances de la democracia, de las ideas de progreso y de los principios de laicidad? Para los que todavía lo ignoran, la enseñanza está amenazada en sus principios republicanos y laicos por el retorno de diversas corrientes religiosas fundamentalistas y oscurantistas y su blanco es suprimir las ciencias de la vida y la Tierra o apartarse de ellas.
En la crisis económica mundial que atravesamos, los países llamados emergentes soportan mejor la crisis porque invierten considerablemente en las disciplinas científicas, con la formación de centenares de miles de investigadores e ingenieros mientras que el proyecto que se plantea en Francia se concentra en la matemática, que no es una ciencia. ¿El futuro de nuestra sociedad estaría pues del lado de las ciencias experimentales y sus potenciales de innovación (actitud inductiva y sistémica) o del lado de la matemática financiera (deducción y determinismo lineal) y elitista que, justamente, participó en la crisis que estamos viviendo?
Proclamemos también el mensaje lanzado al mundo justo con la cumbre de Copenhague sobre el cambio climático. Todas las ciencias movilizadas por estos temas son precisamente las de la vida y la Tierra.
Más allá de toda polémica entre disciplinas, constatamos que los que desprecian las hipótesis más que validadas sobre el impacto de las actividades humanas en el calentamiento climático y la biodiversidad basan su débil argumentación en tomas de posición cientistas ajenas a la epistemología de las ciencias de la observación y la experimentación. De modo que las ciencias de la vida y de la Tierra se encuentran doblemente amenazadas: eliminando su enseñanza y oponiéndoles concepciones seudocientíficas.

Copyright Clarín y Le Monde, 2009. Traducción de Cristina Sardoy.

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