lunes, 5 de marzo de 2012

Desempleo y subempleo entre nuestros jóvenes

Clarín, 05/03/12 - Por Elizabeth Tinoco DIRECTORA REGIONAL PARA LAS AMERICAS DE LA ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL DEL TRABAJO

En América latina, la juventud se encuentra atrapada por la desocupación y la informalidad. Una quinta parte de ese sector no trabaja ni estudia.

América Latina enfrenta el escenario de incertidumbre sobre la economía global este 2012 con el aval de ser una región donde prevaleció el crecimiento económico y se lograron las tasas de desempleo urbano más bajas en décadas. Pero los jóvenes, con índices de desocupación e informalidad elevados, posiblemente tengan dificultad para ver el futuro con optimismo.

El desempleo y el subempleo juvenil impiden aprovechar el potencial de la generación mejor formada y educada que hemos tenido. En nuestra región, la tasa de desempleo urbano de los jóvenes es del 14,9%, el doble de la tasa de desempleo general de 6,8%, según estimaciones de la OIT. Al mismo tiempo, 60 de cada 100 personas entre 15 y 24 años que buscan trabajo terminan en empleos informales.

El desaliento generado por la escasez de empleos decentes lleva a muchos jóvenes a la inactividad. Alrededor de 20% de los 106 millones de jóvenes latinoamericanos no estudian ni trabajan.

Si la sociedad no crea empleos para los jóvenes, tienden a perder la confianza en las instituciones democráticas. Por otra parte, el progreso económico y social es insostenible si no se asume el desafío político de generar mejores oportunidades para los jóvenes.

Estamos frente a un problema estructural. El crecimiento económico es determinante pero no suficiente para resolverlo.

El empleo juvenil requiere de medidas específicas para hacer frente a los retos que se plantean. Al Estado le corresponde el papel de generar las políticas adecuadas, y a los interlocutores sociales, a los empleadores y trabajadores, apoyarlas con decisión. Hay un abanico de opciones: Hacer de la generación de empleo juvenil una prioridad en la agenda del diálogo social.

Apoyar el espíritu emprendedor de los jóvenes para que pongan en práctica sus propias iniciativas a través de sistemas de micro crédito.

Dar eficiencia y cobertura a los servicios de empleo, sitios digitalizados, oficinas donde se dé a los jóvenes información en tiempo real sobre posibilidades inmediatas de enganche.

Debatir sobre la educación necesaria para que se articule mejor con el mercado laboral, estimule la innovación, recalifique la mano de obra y facilite la certificación de competencias.

Incrementar los sistemas de pasantías para consolidar la formación profesional de los jóvenes en las empresas y el sector público y facilitar la transición educación-trabajo.

Dar acceso a los jóvenes a un sistema de créditos educativos, transferencias monetarias condicionadas y becas sueldo para que puedan continuar su formación y recalificación laboral.

Facilitar que las mujeres jóvenes se mantengan en el mercado laboral, a través de guarderías para sus hijos y turnos de todo el día en las escuelas.

Es indudable que no podemos prescindir del aporte de los jóvenes para construir sociedades prósperas e inclusivas. La generación de empleo juvenil no debe verse como la solución a un problema, sino como una manera de aprovechar una gran oportunidad para nuestros países. Ahora es el momento de asumir este desafío político.

No hay comentarios:

Publicar un comentario